COLGADORES DE PENDIENTES
Como cada mes, el pasado día 30 de enero, los alumnos del CEIP VIRGEN DE LA ANTIGUA, salen una vez al mes al mercadillo para vender sus productos. En esta ocasión han elaborado unos bonitos colgadores de pendientes y sus beneficios irán destinados a los niños refugiados a través de la ONEG ACNUR.
Gracias a las familias, vecinos y Ayuntamiento de Cerezo de Río Tirón, nuestro proyecto sigue adelante.
Pero también debemos agradecer a la Fundación Caja de Burgos mediante su programa Planea Emprendedores por brindarnos esta oportunidad de mejorar y aprender cada día más.
Próximo mercadillo solidario y donación de sonrisas:
VIERNES 23 de Febrero en Cerezo
Lunes 19 de Marzo en Belorado
Extintores co2 2 kg
Corrosión metálica: el verdugo invisible que devora estructuras.
Mire usted, la corrosión no es ningún cuento chino. Es una realidad feroz que se cobra cada año estructuras, inversiones y, en ocasiones, hasta vidas. Afecta al hierro, al aluminio, al cobre, al acero… y a quien se cruce por delante sin protección. Como la humedad que se cuela por una grieta mal sellada, el óxido entra sin pedir permiso y lo arrasa todo.
No estamos hablando de una simple mancha rojiza. Hablamos de colapsos, accidentes laborales, parones industriales y facturas impagables. A quien no lo crea, le invito a revisar los informes técnicos de cualquier empresa con maquinaria corroída o vigas devoradas por la oxidación.
La corrosión es un fenómeno químico o electroquímico en el que el metal, por exposición a agentes agresivos como el agua, el oxígeno o sales disueltas, se transforma en un compuesto degradado, generalmente un óxido. Traducido a términos de bolsillo: el metal pierde su integridad, y usted pierde dinero.
El proceso puede ser químico, cuando una sustancia reacciona directamente con el metal, o electroquímico, cuando dos metales diferentes están en contacto mediante un electrolito (por ejemplo, agua salada), y uno de ellos se sacrifica como el cordero del Domingo de Ramos.
Corrosión uniforme: es la más común y, paradójicamente, la menos traicionera. Afecta por igual a toda la superficie del metal, y aunque no es buena, al menos se deja ver.
Corrosión localizada: aquí ya entramos en terreno pantanoso. Aparece en zonas concretas: una junta, una esquina, una parte mal protegida. Silenciosa, letal y difícil de detectar hasta que es tarde.
Corrosión intercristalina: esta es la joya del diablo. Ataca por dentro, entre los cristales del metal. El exterior puede parecer intacto, pero por dentro la estructura se desmorona, como un castillo de naipes.
Cuando el hierro, por ejemplo, se expone al oxígeno y al agua, se produce una reacción que forma óxido de hierro, ese rojizo inconfundible que nos anuncia que la batalla está perdida si no se actúa. En ambientes húmedos o salinos, este proceso se acelera. ¿Y qué pasa si nadie vigila? Que el óxido se extiende como la peste.
A esto se suman las famosasignifugaciones, esos fenómenos térmicos que, junto con otros factores como la contaminación, las sales o los ácidos, aceleran aún más el deterioro del metal. El resultado: grietas, desprendimientos, cortes eléctricos, incendios y demandas judiciales.
Aquí es donde viene lo serio. La prevención existe, pero no es cosa de milagros. Es ciencia, es técnica, es mantenimiento.
Revisiones periódicas: no hablamos de mirar por encima. Hablamos de inspecciones técnicas reales con informes, análisis y seguimiento.
Limpieza mecánica y química: eliminar polvo, sales, óxidos superficiales, todo lo que sirva de catalizador para la corrosión.
Lubricación y protección: los aceites protectores y recubrimientos especiales ayudan a repeler la humedad y crear barreras físicas.
Y si hablamos de soluciones inteligentes, no podemos obviar la pintura intumescente r90. Este producto, diseñado específicamente para resistir temperaturas extremas y frenar el avance del fuego durante al menos 90 minutos, actúa también como barrera protectora contra la corrosión.
Su uso se ha extendido en naves industriales, centros logísticos, locales comerciales y cualquier estructura que deba resistir no solo al fuego, sino también a la degradación ambiental. La intumescencia, en este caso, es el escudo invisible que salva vidas, estructuras y patrimonios.
En los nuevos tiempos, hablar de Ignifugaciones en la construcción moderna no es lujo, es obligación normativa y sentido común. Las exigencias del Código Técnico de la Edificación, las inspecciones de bomberos, las pólizas de seguros… Todos coinciden: si no hay ignifugación, no hay garantía de seguridad.
Y no se trata solo de prevenir incendios. Las ignifugaciones también protegen frente a la corrosión, ya que muchas veces actúan como capas de aislamiento térmico y químico. Se trata de un doble blindaje para cualquier infraestructura seria.
Aceros inoxidables: resistentes, fiables, y cada día más accesibles. Soportan temperaturas extremas, ambientes salinos, ácidos, bases, y lo hacen sin pestañear. Son el nuevo oro del mundo industrial.
Aluminio: ligero, resistente, versátil. Aunque puede oxidarse, forma una capa protectora que frena el avance de la corrosión.
Titanio y cobre: el primero, una bestia en resistencia, ideal para sectores aeroespaciales o médicos. El segundo, rey de la conducción, aunque necesita protección en ambientes sulfurosos.
Níquel y aleaciones industriales: útiles, pero traicioneros si no se combinan bien. En ambientes húmedos pueden sufrir picaduras y corrosión intergranular si no se cuidan como se debe.
Usar materiales de baja calidad para abaratar costes.
No aplicar ignifugaciones en entornos que lo exigen.
Descuidar las inspecciones periódicas.
Mezclar metales incompatibles.
Ignorar la formación del personal técnico.
El resultado de todo esto es previsible: fallos estructurales, sanciones administrativas, paralización de obras, accidentes laborales y pérdidas millonarias.
Dejar la corrosión al azar es como dejar una vela encendida junto a una cortina. Tarde o temprano arderá. Pero si se aplican soluciones como la pintura intumescente R90, se utilizan los materiales adecuados, se realizan inspecciones rigurosas y se tiene en cuenta la importancia de las ignigugaciones, entonces el futuro cambia. Y cambia para bien.
Porque no se trata solo de evitar pérdidas. Se trata de proteger vidas, inversiones y reputaciones. Porque una estructura sólida no se mide solo en metros cúbicos de hormigón, sino en su resistencia frente a lo invisible.