Cuando comenzamos este proyecto en el CEIP VIRGEN DE LA ANTIGUA, nadie se podía imaginar que se convertiría en una seña de identidad del centro.
Todo comenzó durante el curso 2014/15 con una maceta en el aula y unas alubias. A los niños les encantó ver como salía su raíz, tallo, hojas y flor. Fue una actividad muy bonita trabajada en Ciencias que nunca la habían llevado a cabo en el aula.
A partir de ahí y hablando con la compañera de infantil, surgió la idea a final de curso de crear un huerto escolar para siguiente año, el curso 2015/16.
Durante el año escolar 2016/17, estuvimos viendo diferentes posibilidades pero no obteníamos la idea oportuna. Queríamos llevar nuestro proyecto en el centro, pensamos en el patio, pero no podía ser… hablamos con el ayuntamiento para ver si nos facilitaba un espacio para llevarlo a cabo, pero no tenían ninguno. Por lo tanto seguimos con nuestro “minihuerto” en el aula
Fue en el curso 2016/17, cuando gracias a la ayuda de las familias (concretamente, gracias a la ayuda de una familia de infantil) que pudimos llevar a cabo nuestro sueño.
Gracias a la familia que nos cedió un espacio para cultivar, su ayuda y la ayuda de otras familias junto a un vecino del pueblo de Belorado, pudimos desarrollar nuestro huerto.
Cuando comenzamos no teníamos claro, donde nos llevaría esta “locura” pero después de haber tenido la experiencia de los productos de verano, en este curso 2017/18 hemos introducido el “huerto de invierno” y queremos comenzar con las plantas aromáticas.De momento ya hemos fresas en nuestra clase.
Lo mejor de todo, es ver la ilusión con la que los niños esperan el momento de ir al huerto, regar, recolectar, etc.
¡Es una actividad que les encanta!
Extintores co2 2 kg
En un mundo donde la seguridad está en el centro de nuestras prioridades, la protección contra incendios se ha convertido en un tema más relevante que nunca. No basta con tener extintores a mano o alarmas que suenen cuando menos lo esperamos. La empresa de ignifugaciones profesionales en España se han convertido en un pilar indispensable para garantizar que los edificios, tanto comerciales como residenciales, sean resistentes al fuego de manera efectiva.
La protección contra incendios no es solo una cuestión de normativa. En España, la legislación en materia de seguridad contra incendios es estricta, y cumplir con ella no es opcional, sino obligatorio. Pero, más allá de la obligación legal, el contar con un sistema de ignifugación profesional en tu propiedad es esencial para proteger vidas, activos y evitar desastres mayores.
Las empresas de ignifugaciones profesional son expertas en aplicar tratamientos de protección pasiva contra incendios. Estos tratamientos tienen el objetivo de prevenir la propagación del fuego y mantener la estructura del edificio intacta el mayor tiempo posible, permitiendo una evacuación segura. Y, si algo hemos aprendido con el tiempo, es que el fuego no avisa, por lo que estar preparado es la mejor forma de prevenir tragedias.
La ignifugación consiste en la aplicación de productos o sistemas diseñados para hacer que materiales combustibles sean resistentes al fuego. Este proceso es fundamental para evitar que las llamas se propaguen rápidamente, lo que puede ser crucial en la evacuación de personas o en la minimización de los daños materiales. Las empresas de ignifugaciones profesionales no solo realizan esta aplicación, sino que también ofrecen asesoramiento sobre la mejor manera de integrar estos sistemas de protección en tu edificio.
Es importante destacar que la ignifugación no es una solución temporal. Los tratamientos profesionales están diseñados para durar mucho tiempo, asegurando que las estructuras estén protegidas durante años, sin necesidad de intervenciones frecuentes. Pero, claro, como todo en la vida, también hay que realizar revisiones periódicas para asegurarse de que todo sigue en perfecto estado.
Cuando hablamos de una empresa de ignifugaciones profesional, nos referimos a un equipo de expertos con experiencia en la protección contra incendios que abarca todo, desde la planificación hasta la implementación. Este tipo de empresas se encargan de analizar las necesidades específicas de cada cliente y, en base a eso, desarrollar una estrategia personalizada que incluya el uso de productos ignífugos adecuados para cada tipo de material y estructura.
Algunos de los principales servicios que ofrecen incluyen:
Tratamiento de estructuras metálicas: La protección de metales es fundamental en la seguridad contra incendios. Sin una ignifugación adecuada, el metal puede deformarse o incluso colapsar bajo las altas temperaturas.
Protección de madera y materiales combustibles: La madera es uno de los materiales más vulnerables al fuego, por lo que su tratamiento es clave en edificios donde se utiliza en gran cantidad.
Revestimientos ignífugos: Aplicados a paredes, techos y otras superficies, estos revestimientos son esenciales para evitar que el fuego se propague rápidamente.
Sistemas de aislamiento térmico: Además de prevenir incendios, estos sistemas también ayudan a mantener el confort térmico en los edificios.
Es posible que te estés preguntando: "¿Por qué no aplicar estos tratamientos por mi cuenta?" La respuesta es simple: se necesita experiencia y conocimiento profundo sobre materiales, normativas y técnicas de instalación para hacerlo correctamente. Las empresas profesionales cuentan con personal especializado y formación continua para asegurar que las soluciones sean efectivas.
Además, estos expertos no solo aplican los tratamientos, sino que también realizan un seguimiento posterior. Esto incluye la verificación de la eficacia de las soluciones implementadas y la realización de pruebas de resistencia al fuego, asegurando que todo esté preparado en caso de emergencia.
En España, las normativas de seguridad contra incendios son estrictas y varían dependiendo del tipo de edificio y de su uso. No cumplir con estas normativas no solo pone en riesgo vidas, sino que también puede resultar en sanciones legales. Por lo tanto, contratar a una empresa de ignifugación, profesional es una manera de asegurarte de que tu edificio cumpla con las leyes vigentes y evitar posibles problemas legales.
La norma básica en este ámbito es el Código Técnico de la Edificación (CTE), que establece requisitos para la protección contra incendios en edificios. Este código cubre una amplia gama de aspectos, desde el diseño de los edificios hasta la utilización de materiales específicos que ofrezcan una mayor resistencia al fuego.
Invertir en una empresa de ignifugaciones profesional no solo es una cuestión de prevención, sino también de rentabilidad. Un sistema adecuado de protección contra incendios aumenta el valor de tu propiedad, pues garantiza que estará protegida y conforme a la normativa. Además, reduce el riesgo de pérdidas económicas y puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en una situación de emergencia.
El contar con una empresa de ignifugaciones profesional es una necesidad inminente en el mundo actual. No solo para cumplir con la legislación, sino para garantizar la seguridad de las personas y los bienes materiales. El fuego es impredecible, y aunque nunca esperamos que ocurra, es crucial estar preparados.
La prevención es la clave. Así que, si aún no has tomado medidas para proteger tu edificio, ¡es hora de actuar! Busca una empresa especializada, consulta sobre los diferentes tratamientos y asegúrate de que tu propiedad esté bien protegida. Al final, es una inversión que puede salvar vidas y proteger tu futuro.
Lo que arde no es sólo el aceite en la sartén. En muchas cocinas de restaurante de este país, lo que realmente prende es la negligencia, la dejadez normativa, el “ya lo haremos” y el “eso nunca pasa”. Pero pasa. Vaya si pasa. Y cuando pasa, no hay excusas, solo cenizas.
La normativa contra incendios en restaurantes no es una sugerencia simpática ni un decálogo para enmarcar en la pared junto al calendario de vírgenes. Es, señores, un mandamiento legal y técnico que puede marcar la diferencia entre un servicio completo y una ruina en llamas.
Las autoridades no lo repiten por deporte: las cocinas industriales manejan temperaturas extremas, grasas inflamables y aparatos eléctricos que, combinados, son casi un cóctel Molotov. Por eso, desde hace años, existen obligaciones claras, negras sobre blanco, que deben cumplirse sin escatimar ni un céntimo. De hecho, la instalación de extintores para pequeños comercios, especialmente en bares, cafeterías y locales de tapas con cocina abierta, ya no es sólo una buena idea, sino un imperativo legal. Porque aquí no se trata solo de proteger un negocio, sino de proteger vidas. Y eso, permítanme, no admite rebajas.
La legislación española en materia de prevención de incendios —más concretamente, el Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios (RIPCI)— establece una serie de exigencias ineludibles para los establecimientos con actividad culinaria profesional. Aquí no se libra ni el chiringuito de la playa ni el gastrobar de diseño en el centro de Madrid.
Para empezar, toda cocina que supere los 20 kW de potencia instalada debe contar con un sistema de extinción automático sobre campanas extractoras, además de extractores con filtros antigrasa y conductos resistentes al fuego. Nada de apaños ni de extractores de juguete. Se trata de que, si una llama se desmadra, haya un mecanismo automático que actúe sin intervención humana.
Además, los recorridos de evacuación deben estar claramente señalizados y libres de obstáculos. Los materiales de los acabados interiores deben ser resistentes al fuego y deben existir detectores de humo conectados a una central de alarma. Y, por supuesto, todos los trabajadores deben conocer el protocolo de actuación ante un fuego. Porque no basta con tener los medios, hay que saber usarlos.
Uno de los elementos más olvidados —y, sin embargo, más cruciales— son los extintores para pequeños comercios. Se da por hecho que están ahí, en la esquina, colgados como si fueran parte del mobiliario. Pero pocos reparan en su mantenimiento, en su tipo, en su capacidad. Y eso, cuando el fuego llama, puede ser letal.
En restaurantes y locales con cocina, el extintor más habitual es el ABC de polvo polivalente, pero en cocinas industriales es imprescindible contar con extintores de clase F, especialmente diseñados para fuegos derivados de aceites y grasas vegetales o animales. Sin ellos, intentar apagar un fuego en la freidora con agua puede ser como echar gasolina al problema.
Además, estos dispositivos deben revisarse cada tres meses por el personal del establecimiento y cada año por una empresa especializada. No es capricho: es ley. Y, como todo lo relacionado con la seguridad, conviene no tomárselo a broma.
Uno de los elementos más exigidos por la normativa actual es la instalación de sistemas automáticos de extinción sobre las campanas extractoras, especialmente cuando la cocina supera los 20 kW de potencia. ¿Por qué? Porque el fuego en la campana es uno de los más comunes y rápidos en propagarse. Grasa acumulada, llamas altas y un extractor que actúa como chimenea: el cóctel está servido.
Estos sistemas, que suelen utilizar agentes extintores específicos como el acetato de potasio, son capaces de detectar altas temperaturas o llamas y liberar automáticamente el agente que apaga el fuego, sin intervención humana. Además, muchos de ellos están conectados a sistemas de alarma que avisan a los bomberos o al personal del establecimiento.
De nada sirve tener extintores relucientes, detectores de humo ultrasónicos o sistemas automáticos de última generación si los trabajadores no saben cómo actuar. La formación del personal en protocolos de evacuación, uso de extintores y actuación ante emergencias es, muchas veces, el eslabón más débil de la cadena.
La normativa no solo lo sugiere: lo exige. Los trabajadores deben recibir cursos periódicos de formación en prevención de incendios, que incluyan simulacros, prácticas reales de uso de extintores y conocimiento exhaustivo del plan de emergencia del local. Y no basta con un vídeo de YouTube. Aquí hablamos de formación seria, profesional y adaptada a la realidad del local.
Un aspecto que muchos locales pasan por alto —hasta que es tarde— es el mantenimiento preventivo de los equipos de protección contra incendios. No basta con tener todo instalado: hay que verificar que funciona. Y eso implica revisiones periódicas obligatorias.
Por ley, los extintores deben revisarse cada tres meses por el propio personal y cada doce meses por una empresa mantenedora autorizada. Los sistemas de detección automática y de extinción deben someterse a revisiones semestrales, y cada cinco años debe hacerse una inspección técnica integral del sistema.
No cumplir con estos plazos no solo puede acarrear sanciones económicas, sino la pérdida de cobertura del seguro en caso de incendio. Y créanme, pocas cosas duelen más que pagar un seguro que no responde porque uno se olvidó de una revisión.
La cocina de un restaurante puede ser arte, pasión, alquimia... pero también es un espacio de riesgo extremo si no se siguen las normas. La normativa contra incendios en restaurantes no está para decorar el tablón de anuncios ni para rellenar el manual de bienvenida del personal. Está para cumplirse, a rajatabla, sin atajos.
Porque cuando el fuego aparece, no hay plan B. Solo queda confiar en que uno hizo todo lo posible para evitarlo. Y eso, en el fondo, también es parte de la buena cocina: anticiparse, prevenir, y tenerlo todo bajo control.