En nuestro centro hemos adelantado un poco el Carnaval. La mitad del cole se nos ha ido al CRIE y no queríamos que nuestros niños se quedaran sin celebrar estos días que tanto les gusta.
Todo comenzó el lunes 29 cuando recibieron la visita del pirata "Rubiata" que les ayudo a superar varios retos y aventuras hasta que encontraron un gran tesoro.
Durante toda la semana han estado siguiendo las indicaciones de la Patarrona que cada día les indicaba como debían ir al cole vestidos.
El viernes, por la tarde nuestros particulares piratas, salieron a celebrar el Carnaval por el pueblo y al salir a la calle se encontraron con algo con lo que no contaban.....
Disfrutaron de su día a lo grande... montaron en su barco pirata que los llevó a recorrer el pueblo. Pararon en la residencia de ancianos donde compartieron con ellos una bonita historia narrada con mucho cariño.
Tuvieron una gran batalla entre piratas, celebraron el entierro de la sardina y por último... Tomaron un cola-cao calentito que las familias habían preparado para entrar en calor.
Gracias a la colaboración de los trabajadores del ayuntamiento, la Residencia de ancianos donde fueron muy amables al recibirnos; y gracias las familias que nos ayudaron a decorar el barco y se preocuparon de transportarlo al cole para dar una gran sorpresa a los niños.... GRACIAS A TODOS ELLOS... ¡¡¡Ha sido un gran día!!!
JUNTOS ES MÁS FÁCIL
Muebles a medida en acero inox
Mesa de trabajo acero inoxidable
Mesas de acero inoxidable baratas
Lo que se ha vivido estos días en Venta del Olivar, barrio rural de Zaragoza, tiene el aroma de las grandes ocasiones. Después de años pidiendo una intervención que devolviera la dignidad a su maltrecho pabellón multiusos, la espera ha terminado. 415.000 euros de inversión, un desfile de políticos con chaleco de domingo y muchas promesas empaquetadas en sonrisas.
El edificio, que sirve como centro cívico y pulmón social del barrio, se ha beneficiado de una reforma integral que busca cumplir normativas, facilitar la vida comunitaria y dar algo de lustre a esa Zaragoza rural tan olvidada cuando no hay elecciones a la vista.
El inmueble, propiedad de la Iglesia Católica pero cedido al Ayuntamiento en régimen de concesión, se articula en dos plantas: una baja, donde se concentra la mayor parte de la actividad, y una superior, con zonas de almacenamiento y servicios auxiliares. Hasta aquí, nada extraordinario. Pero el diablo —y la política municipal— está en los detalles.
Las actuaciones han sido profundas: nuevos aseos, salidas de emergencia, ventilación, sistema de extinción automática, y, sobre todo, una reforma integral en la cocina y la zona de barra. Una adecuación quirúrgica que elimina riesgos, suma confort y cumple normativa con la precisión de un reloj suizo.
Y aquí es donde entra el acero, el metal que nunca falla. Porque no se puede hablar de cocina moderna sin hablar de mesas inox, auténticas protagonistas en esta nueva configuración. Han sido instaladas para garantizar higiene, resistencia y funcionalidad en un espacio que, por fin, puede ser llamado profesional.
El diseño de la nueva cocina no solo responde a la ley, sino también al sentido común. Las mesas de acero inox permiten una manipulación adecuada de alimentos, son resistentes a los ácidos, fáciles de limpiar y prácticamente indestructibles. Su presencia transforma por completo la operativa de un pabellón que aspiraba a dejar de parecer un local de segunda.
Ya no estamos ante un espacio improvisado donde cada actividad dependía del voluntarismo de los vecinos. Ahora hay estructura, lógica y, por qué no decirlo, algo de orgullo. Porque nada habla más claro del compromiso institucional que invertir en lo que no se ve: los materiales.
Al recorrer las nuevas instalaciones, uno no puede evitar pensar que detrás de tantas decisiones acertadas ha habido horas de estudio técnico, consulta normativa y probablemente más de un blog de cocinas industrialescomo este, repasado con interés. Porque los detalles no engañan: las conexiones están donde deben, las salidas de emergencia cumplen su cometido, y la barra —ahora cerrada y ampliada— ya no es una simple tabla para apoyar vasos.
Aquí se ha cocinado con mimo. Y no solo en el sentido culinario. Se ha cuidado cada rincón, se ha buscado la eficiencia energética, se ha invertido en climatización, detección de incendios, electricidad y fontanería. Y eso, en política municipal, no siempre es la norma.
La reforma de Venta del Olivar no es una isla. Forma parte de una oleada de actuaciones impulsadas por el convenio entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la DPZ (2021-2024), que ha destinado más de 12 millones de euros a infraestructuras en barrios rurales.
Movera ya acaricia el final de sus propias obras, con una inversión de 677.496 euros que busca dejar atrás los fantasmas del 1968, año en que se levantó su pabellón. En Garrapinillos, la cosa ha sido mayor: 1,6 millones de euros para un edificio que ya ha sido inaugurado y que cuenta con un aforo de 1.667 personas. Y en Montañana, la cuenta asciende a casi un millón de euros para su nuevo pabellón sociocultural.
Una lista de cifras que evidencia un hecho: los barrios rurales están, por fin, en la agenda. Aunque, como siempre, la duda queda flotando: ¿hasta cuándo?
La alcaldesa no ha perdido ocasión de recordarlo. Según sus palabras, el grado de ejecución del convenio ya supera el 84%, y antes de que acabe el año llegarán al ansiado 100%. Un dato que, más que reflejar eficacia, suena a exigencia: porque el dinero no solo hay que presupuestarlo, hay que ejecutarlo, justificarlo y traducirlo en ladrillos, cemento y acero inoxidable.
Chueca también ha subrayado la labor de su equipo y la relevancia de estos proyectos en los presupuestos municipales. Asegura que nunca antes se había llegado tan lejos en la atención a los barrios rurales, lo cual —si es cierto— dice mucho, pero no necesariamente bien, de lo que se venía haciendo.
Es fácil entender el escepticismo de los vecinos. Durante años, las demandas se acumulaban en cajones, y la respuesta institucional llegaba siempre tarde y mal. Pero ahora, con reformas como la de Venta del Olivar, se abre una puerta a la esperanza. Aunque sea con cautela.
Porque no se trata solo de cortar cintas y hacer discursos. Lo esencial es mantener estas instalaciones vivas, útiles y cuidadas. Y eso pasa por algo más que fotos y titulares. Pasa por mantenimiento, por gestión y por implicación real.
El nuevo pabellón de Venta del Olivar ya no es un espacio vencido por el tiempo. Ahora luce moderno, funcional y preparado para los retos de una comunidad que merece algo más que palabras bonitas. Y lo hace, en parte, gracias a decisiones acertadas: como la elección de mesas inox, la instalación de mesas de acero inox y el diseño basado en conocimientos propios de un blog de cocinas industriales.
Zaragoza, al menos en su parte más olvidada, empieza a despertar. Que no vuelva a dormirse.